Los bodys tienen sus fanáticas y su grupo en contra, pero lo que está claro es que no se irán por un buen rato. Quizás más de una los usó cuando era niña y sufrió con su incomodidad, pero luego de su regreso al closet, esta prenda ha pasado a ser un must en él.
¿Cuál es su magia? Una figura mucho más marcada y la facilidad de usarlo con distintas prendas: a diferencia de una polera ajustada, el body nunca se saldrá del pantalón o la falda, por lo que es perfecto para quienes andan de un lado a otro… O para quienes son mamás y están moviéndose constantemente detrás de los más chicos. ¿Sabían que originalmente llegaba hasta el tobillo? Era una especie de enterito y su nombre viene del “bodystocking”… Sí, ya lo habrán deducido: Venía de los leotardos que usaban los acróbatas en el siglo XIX. Ya en los años 30 se fue adaptando para ser los primeros trajes de baño, para luego pasar a crearse en diversas telas y para distintos usos.
Técnicamente el body es la prenda perfecta, salvo por un pequeño detalle: Algunos llegan a ser algo incómodos y las que son más altas siempre deben tener cuidado con el largo. Sea invierno o verano, es una prenda que va a costar que salga de nuestros cajones por un rato.