Que levante la mano ahora la que alguna vez ha comido sin hambre! Creo que me estoy imaginando a cada una de ustedes levantando rápidamente sus manos. Sí, creo que incluso son más las veces que comemos sin hambre que con… un grave error.
Cómo impedir esos atracones absurdos. Bueno, a veces hay que ponerle un poco de cabeza simplemente. Esta semana hice algo. Después de leer una noticia que les voy a contar, traspasé aquella simple información a una hoja de computador y la pegué en mi computador. Ahora les contaré qué dice.
Bueno, estaba leyendo cosas en internet hace un par de días atrás y encontré un artículo que decía Cuatro preguntas muy sencillas para antes de comer que ayudan a adelgazar y me puse a leerlo. Me hicieron demasiado sentido esas 4 simples preguntas y ahora quiero compartirlas con ustedes. ¿Han escuchado hablar del mindful eating? Bueno, es algo similar… ponerle cabeza al acto de comer.
Preguntas:
1. ¿Siento ira, ansiedad o mal humor? Si la respuesta es “sí”, no coma
Puede ser que tuviste un día super estresante, estás cansada, peleaste con tu pololo o marido, tus hijos te sacaron canas verdes… las posibilidades son muchas. El punto es que uno llega a la casa directo al refrigerador con una sensación de enojo e impotencia: y directo a comer algo bien power, o no? En cuestión de nanosegundos te metes para el cuerpo 300 calorías o más y una suma preocupante de grasas saturadas. El problema es que, como dicen los expertos, calmar un estado emocional interno con comida es una gratificación a corto plazo que no aplaca la ira y, además, genera sentimientos de culpa. Para no lamentarlo, hay que hacerse entonces la pregunta número 1.
2. ¿He hecho suficiente ejercicio hoy? Si la respuesta es “sí”, coma
Chicas, es lamentable, pero la dieta deber ir en consonancia con la intensidad del ejercicio y distribuirse, preferentemente, en cinco comidas a lo largo de la jornada. De otra forma, el hambre se dispara y estamos ante los mismos peaks de ansiedad de quienes se ponen a dieta. Y lo peor, es que la mayoría de las veces como que no valoramos o sopesamos bien cuál es el verdadero aporte energético de los alimentos. Ahora, para las que hacer deporte, mover el esqueleto no es un cheque en blanco para engullir comida basura o no nos habrá servido de nada el esfuerzo. Obvio, no?
3. ¿Compartiría este plato con un ser querido que busca adelgazar? Si la respuesta es “sí”, coma
La fuerza de voluntad tiende a flaquear ante un pastel de chocolate . Tampoco es fácil contenerse en los picoteos. “A veces no es suficiente el compromiso con nosotros mismos, conviene contar también con el apoyo del entorno. Esto implica no tener a mano aquellas tentaciones como dulces, quesos grasos, snacks, patatas fritas, galletas… Es importante transmitir a quienes viven con nosotros que estamos haciendo un esfuerzo y que nos lo faciliten no consumiendo esos productos o, al menos, no en nuestra presencia. Es también un buen momento para que el resto de la familia adopte hábitos más saludables, como aumentar la ingesta de frutas y verduras o utilizar técnicas de cocinado como el horno, la plancha o la cocina al vapor.

4. ¿Hace mucho que no bebo agua? Si la respuesta es “sí”, no coma
Antes de lanzarse sobre ese dónut con doble de chocolate hay que analizar sensaciones: “A veces la sed se confunde con el hambre. Es bueno pararse un momento para detectar qué nos pide el estómago, porque puede que lo que necesite sea un vaso de agua”, según explica una experta española en Mindful Eating. “Tampoco conviene dejarse llevar por el aspecto de un alimento o por lo bien que huela para comer sin mesura”, concluye.
Les sirvió?
Espero sí, ahora a pegar estas 4 preguntas en la puerta del refrigerador!!!!!
Besos
Gracias me reconforta saber que a todas nos pasa eso…